Desde pequeños hemos aprendido que debemos complacer a nuestros padres para recibir a cambio, su amor y su mirada hacia nosotros.
Y de mayores esto se traduce como:
“Renuncié a mis sueños y estudié la carrera que me recomendaron.”
“Trabajé muy duro y me esforcé mucho para que mi jefe reconociera mi trabajo.”
“Empecé una relación donde mi pareja siempre fue mi prioridad y me olvidé de mí mismo y de mis propias necesidades.”
Cuando te esfuerzas en hacer las cosas lo mejor posible para recibir a cambio el amor de los demás, estás olvidándote de lo más importante:
TÚ
Porque ya eres valioso por ser quién eres y no necesitas hacer nada para obtener el amor de los demás.